Colaboración en La Marea
Hace unos meses colaboré en La Marea con este artículo sobre la degradación de La Travessera de Gracia (o de la vergonya). La Marea es un periódico mensual sensacional, de la cooperativo Maspúblico, libre, independiente y que cree en la justicia social.
Maslow was wrong (o la Travessera de la Vergonya)
«Vivo en Barcelona, la New York de los jerezanos. Aquí, nos decían, los sueños se convierten en realidad. Soy uno de tantos andaluces que, como sucediera de los años 50 a los 70, abandonaron su tierra con la esperanza de una vida mejor. Resido en pleno barrio de Gracia, compartiendo piso con otras tres personas de una forma civilizada y agradable.
Mi habitación es mi único espacio reservado. Puedo tocar sus paredes a ambos lados si estiro los brazos lo suficiente. Tengo el armario en el pasillo y un estante justo arriba, donde descansan mis zapatos. La ropa de invierno, la guardo en unos cajones debajo de la cama. La mesita de noche, de 60×60 cm, hace a la vez de escritorio. Lo justo para el ordenador y un hueco donde dejar las gafas. Vivo de forma austera, pero no me falta de nada, mis necesidades básicas están bien cubiertas. Maslow estaría orgulloso de mí.
Cuando despierto, en el salón cocina entra el sol y eso me inyecta energía. Desde hace un mes, además, tengo trabajo. Un trabajo que no sé cuánto durará. Hace meses lo hubiera sabido, pero Rajoy y los suyos se han ocupado de que no sea así. Al menos, está razonablemente remunerado, me siento valorado, formo parte un equipo y, por si fuera poco, me encanta desempeñarlo. No es ninguna marca conocida, pero aspiramos a serlo.
La oficina está a diez minutos de casa, en pleno barrio de San Gervasi, uno de los más ricos de la ciudad. Cuando voy hacia el trabajo, el camino está lleno de contrastes. Convive gente de alto poder adquisitivo con trabajadores más humildes y un puñado de jóvenes que, desconcertados, deambulan de un lado a otro tratando de encontrarse. De unos meses a esta parte, además, ha surgido como por generación espontánea una plaga de promotores comerciales e indigentes. Curiosamente, cuando llegué a Barcelona, eso no era exactamente así..»
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