Lo hemos oído muchas veces y en demasiados gremios, tanto en trabajadores autónomos como por cuenta ajena.

    «Trabaja a cambio de prestigio.».
    «Aprovecha el nombre de la marca para hacer currículum«.
    «Ganarás visibilidad».
    «Te ayudará en tu carrera».

    Detrás de esas frases, el aprovechamiento descarado de una gran marca ante la aparente insignificancia de un trabajador. Becarios explotados, exprimidos al máximo en su aporte de capital trabajo.

    Dejando, por un solo instante, de lado el componente ético del asunto, pienso que a nivel de marketing los tiempos irán hacia otro lado. El consumidor, también trabajador, exigirá empresas y experiencias creadas desde el respeto al trabajador y la justicia social. Siento que ese será el futuro y siento también que mi trabajo, el poco valor que pueda ofrecer  al gremio, navegará en ese sentido. En términos económicos, lo invertiré en crear un beneficio justo.

    En promover relaciones laborales justas y sinceras, en seducir desde el valor, el esfuerzo y el talento. Para mí, un branding a costa de los demás no es un buen branding, y espero que el tiempo me dé la razón. Si como dice un reciente artículo, los restaurantes con Estrella Michelín se nutren de explotar a trabajadores, será que este sistema de puntuación de restaurantes ya no nos sirve o, quizás, que esos restaurantes ya no nos valen.

    El nuevo branding, las nuevas marcas, los productos y servicios del futuro, se construirán haciendo que los equipos humanos que aportan el capital trabajo sean los primeros embajadores de marca, se sientan justamente tratados por la entidad que los contrata y se identifiquen con sus valores y objetivos. Estoy seguro que en esa realidad del trabajo, se encuentra nuestra experiencia de futuro como consumidor.  Por fortuna, hay marcas trabajando en esa dirección.

    A mi juicio, si como empresario, explotas a cambio de una buena experiencia, si construyes marca con los réditos del pasado, la casa se derrumbará en el futuro. Y aunque pueda disimularlo, eso no es branding, eso no mantiene el prestigio de marca, eso es sólo tener pocos escrúpulos.

    El trabajador debe entender que la vida está llena de oportunidades, que hay mil maneras de reinventarse en diferentes profesiones, que dejarse el alma por quien no te valora en tu justa medida, será sólo dejarse el alma y nada más que eso. Que aunque no lo parezca, igual que la fuerza de muchos construye grandes imperios, la fuerza de muchos puede derrumbarlos.

    No he ido nunca a un restaurante con Estrellas Michelín, pero poco importa, hay miles de experiencias gastronómicas que merecen la pena fuera de una categorización que fomenta la explotación laboral. No quiero trampas que me secuestren como consumidor. Si no es justa, si no es ética, si no se construye en base al respeto y el talento, no la quiero. Nunca iré a un restaurante con Estrellas Michelín.

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      Escritor y Social Media Manager. Ha escrito el libro Yo, precario (Libros del Lince 2013), Juan sin miedo (Alkibla 2015), Hijos del Sur (Tierra de Nadie 2016) y SOS (2018). Ha sido traducido al griego y al alemán. En 2014, creó La Réplica, periodismo incómodo.