Hace días critiqué el anuncio de la lotería cuyo slogan es «Mis sueños no se compran con dinero». Los motivos están en el post. Tenía la sensación agridulce de que, últimamente, solo comentaba en el blog las acciones de marketing que no me gustaban. Pero mira por donde, el nuevo anuncio de La lotería de Navidad (2016) me parece un spot acertado. ¿Por qué?
Si analizamos sus antecedentes, los anuncios de la lotería de navidad, además de gozar con una factura técnica impecable, han acertado siempre en su target (público familiar), en su ubicación (el bar como indiscutible espacio de encuentro en España) y en la sencillez de sus mensajes (fácilmente asimilable), pero a menudo han caído en la caricatura, la sentimentalidad facilona o en la repetición de patrones de sobra conocidos.
El anuncio de este año, en cambio, creo que tiene al menos dos aspectos novedosos. (más…)
Pasear por la sierra de Cádiz y aspirar bien fuerte el aire puro de los pulmones de la provincia. Hundir los pies en la arena, a la orilla del mar. Hablar con tu mejor amigo un triste día de resaca. Volver, después de muchos años, al lugar donde fuiste feliz. Cuando tu perro vuelve a buscarte después de varios días de viaje. Encontrarte, por casualidad, a esa amiga que el tiempo alejó, pero a la que guardas cariño. Reordenar tu colección de cómics. El café y las tostadas con tomate. Ver atardecer en el Mirador de San Nicolás, en Granada. Escuchar de nuevo ese disco, esas canciones, esa melodía y esas letras que siempre hablan de ti. El partido de fútbol con tu equipo de la liga de barrio. Sentarte a leer un libro y que se pare el tiempo. Descubrir un nuevo rincón de tu ciudad. Cuando paseas y, de repente, ese olor te transporta a la infancia o a la adolescencia. Bucear entre tus fotografías del álbum. Ese guiso calentito cuando fuera no para de llover. El abrigo de los tuyos. Ver jugar al equipo de Basket en el que juega tu hijo. Descubrir una película que parece que hablara de ti. Cuando un día importante, te miras al espejo y te ves radiante. El olor de la persona que amas. Un poema que te descubre una imagen inédita. Terminar el libro de sudokus. Diseñar tu propia camiseta. Aprender, de una vez, a tocar la guitarra. Leer a Bolaño. Cuando el inglés te suena ya familiar y lo asimilas cada vez mejor. Reír a carcajadas. Llorar de emoción. Esa comida familiar a la que asistís todos. La llamada semanal de la persona que quieres. Ese momento en que superas un mal momento. Mirar, otra vez, ese cuadro. Entender aquello que te resultaba incomprensible. Cuando has acertado con esa decisión que cambia el sentido de tu vida. Superar dificultades, afrontar nuevos retos. Conducir si te gusta conducir. La cocina de la abuela, las croquetas caseras de los bares. Tomar cervezas con los amigos. Sentirse libre corriendo o nadando o volando. Encontrarle un sentido a la existencia. Besar. Ser besado. Sentir que todo está en orden. (más…)